Las mercancías son producidas con el fin de cambiarlas, este hecho es incluso anterior a la conocida división del trabajo, a la que Adam Smith trato como base de la economía humana, y que por tanto nos diferencia de las bestias. Podemos entonces asegurar que la producción de mercancías es un acto que proviene de la naturaleza humana, queda evidenciado como esta visión de la economía política es meramente cuantitativa, ya que únicamente tiene en cuenta el valor de las mercancías.
Para Marx la producción de mercancías con el fin de intercambiarlas, al igual que la división del trabajo, no son características propias de la naturaleza humana, sino que es una de las posibles formas de la vida económica; en el caso de los obreros que trabajan en las fábricas, no paran de producir mercancías, dividiendo su trabajo, éstas no se intercambian entre ellos, por lo que queda claro la existencia de las relaciones sociales subyacentes entorno a la mercancía.
Toda mercancía tiene dos aspectos, el de uso y el de cambio, el primero es la relación entre el consumidor y el objeto consumido, Marx lo excluye de la economía política, ya que no es una relación meramente social, sin embargo en la economía moderna el sistema económico consiste en relaciones discretas e interdependientes entre hombres y bienes económicos. En cuanto al valor de cambio se trata de una relación de cambio entre mercancías cuantificables, sin embargo es claramente una relación social entre los propietarios de las mercancías, a parte de que éstas son producto del trabajo humano en una sociedad basada en la división del trabajo, por ello Marx identifica el trabajo como la sustancia del valor.
El trabajo al ser un esfuerzo humano en crear un producto este tendrá su propio valor, por tanto se puede reducir el trabajo a un común denominador, de modo que las unidades de trabajo pueden ser comparadas entre sí, y sustituidas una por otra, sumadas y restadas, y finalmente agrupadas para formar el conjunto social, esta abstracción es la esencia del capitalismo, como dijo Lukacs, por todo ello la fuerza de trabajo social puede transferirse de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y cuya magnitud y desarrollo, depende de la capacidad productora de la riqueza de la sociedad.
El trabajo abstracto, es por tanto la sustancia del valor, es decir, las mercancías son trabajo abstracto materializado.
El carácter fetichista de las mercancías es una doctrina marxista que se basa en la materialización de las relaciones sociales, donde el fetichismo tiene origen en el carácter peculiar del trabajo que produce mercancías, esto se puede entender como un fenómeno que materializa las relaciones sociales, cuyo hábitat es el capitalismo relativamente avanzado, y es en este momento cuando el proceso de producción tiene dominio sobre el hombre, en vez de ser a la inversa, el inicio de todo ello fue la aplicación de la ciencia natural a la sociedad, clara causa del sistema capitalista, y florecimiento de la superproducción de mercancías.
Para Marx la producción de mercancías con el fin de intercambiarlas, al igual que la división del trabajo, no son características propias de la naturaleza humana, sino que es una de las posibles formas de la vida económica; en el caso de los obreros que trabajan en las fábricas, no paran de producir mercancías, dividiendo su trabajo, éstas no se intercambian entre ellos, por lo que queda claro la existencia de las relaciones sociales subyacentes entorno a la mercancía.
Toda mercancía tiene dos aspectos, el de uso y el de cambio, el primero es la relación entre el consumidor y el objeto consumido, Marx lo excluye de la economía política, ya que no es una relación meramente social, sin embargo en la economía moderna el sistema económico consiste en relaciones discretas e interdependientes entre hombres y bienes económicos. En cuanto al valor de cambio se trata de una relación de cambio entre mercancías cuantificables, sin embargo es claramente una relación social entre los propietarios de las mercancías, a parte de que éstas son producto del trabajo humano en una sociedad basada en la división del trabajo, por ello Marx identifica el trabajo como la sustancia del valor.
El trabajo al ser un esfuerzo humano en crear un producto este tendrá su propio valor, por tanto se puede reducir el trabajo a un común denominador, de modo que las unidades de trabajo pueden ser comparadas entre sí, y sustituidas una por otra, sumadas y restadas, y finalmente agrupadas para formar el conjunto social, esta abstracción es la esencia del capitalismo, como dijo Lukacs, por todo ello la fuerza de trabajo social puede transferirse de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y cuya magnitud y desarrollo, depende de la capacidad productora de la riqueza de la sociedad.
El trabajo abstracto, es por tanto la sustancia del valor, es decir, las mercancías son trabajo abstracto materializado.
El carácter fetichista de las mercancías es una doctrina marxista que se basa en la materialización de las relaciones sociales, donde el fetichismo tiene origen en el carácter peculiar del trabajo que produce mercancías, esto se puede entender como un fenómeno que materializa las relaciones sociales, cuyo hábitat es el capitalismo relativamente avanzado, y es en este momento cuando el proceso de producción tiene dominio sobre el hombre, en vez de ser a la inversa, el inicio de todo ello fue la aplicación de la ciencia natural a la sociedad, clara causa del sistema capitalista, y florecimiento de la superproducción de mercancías.
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