En el capítulo octavo, Sweezy, trata sobre la naturaleza de las crisis de tipo capitalista, citando a diferentes autores, puesto que Marx no llegó a realizar un análisis completo de esta materia.
Cuando trata de la producción simple de la mercancía y las crisis, indica que en las condiciones de la producción de mercancías en el sistema capitalista, el sistema de transacciones se ha convertido en Dinero-Mercancía-Dinero, mercancía contra dinero y dinero contra mercancía, por lo que el acto del cambio se divide en dos partes, la compra y la venta, en el que el uso de la moneda es clave, puesto que es homogénea y permite posponer tanto el acto de compra como el de venta. Al poder posponer o interrumpir este intercambio, se puede iniciar un proceso que afecte a toda la economía, la cual necesita de este circuito en constante movimiento: producción-consumo. Si este circuito se interrumpe se produciría la sobreproducción, la cual podría provocar la crisis.
La ley de Say sostiene que no puede interrumpirse la circulación M-D-M, y por lo tanto no puede haber crisis ni sobreproducción, ya que a una venta le sigue invariablemente una compra por igual cantidad. Marx dedicó a esta Ley una crítica en el momento en que Ricardo negaba la posibilidad de la sobreproducción general.
En la forma de circulación M-D-M propia del sistema de producción simple de mercancías, el propósito de cambio es el valor de uso y no el aumento del valor de cambio, es producción para el consumo. Pero en la forma D-M-D, las dos “D” representan valor de cambio, y el objetivo es incrementar ese valor.
Ante la relación entre D-M-D y el problema de la crisis, hay que tener en cuenta que el interés del capitalista es elevar la tasa de ganancia.
El circuito de transacciones del capitalismo se realiza para la expansión del valor del dinero, por ello se pone el mismo en circulación, para obtener una mayor cantidad tras el proceso. Pero esta circunstancia solo se da para el productor capitalista, no para los trabajadores, que venden su fuerza de trabajo para conseguir mercancías que garanticen su subsistencia. Por lo tanto, el capitalista centra su interés en elevar lo máximo posible su tasa de ganancia. Si el productor capitalista advierte que el incremento de capital no va a ser tal, no dudará en retirar dicho capital de la circulación, al menos durante un tiempo.Si el incremento del capital desaparece o se vuelve negativo, el capital será retirado, se reducirá la circulación del dinero y comenzará una crisis. Si el incremento del capital no es tanto como se esperaba, se reducirán sus acciones. Puede ocurrir que se retire el dinero del mercado, pero si el capitalista desea seguir siéndolo, deberá reinvertirlo. En el caso de que la crisis ocurra en tan solo una industria, el capital se moverá hacia otras, pero en el caso de que sea una crisis generalizada se tendrá que posponer la reinversión hasta que aparezca un momento más favorable.
Ahora bien, la posibilidad formal de la crisis no hay diferencia entre la producción simple de mercancías y el capitalismo, porque las interrupciones de compra-venta afectan al proceso en los dos casos.
La diferencia está en que puede desaparecer la tasa de ganancia o volverse negativa, por lo que el incentivo de la producción capitalista dejaría de existir. También podría ocurrir, un descenso en dicha tasa y que los capitalistas redujeran sus operaciones lo bastante como para producir una crisis. En esos momentos, el capitalista debería elegir entre, introducir capital en el circuito o conservarlo, aunque pronto tendría que reinvertirlo para continuar siendo un capitalista. Lo que puede suceder, es que ese aplazamiento del capital puede haber producido ya una interrupción y provocado la sobreproducción y la crisis, pero hay que decir, que no es verdad que la tasa de ganancia deba desaparecer o volverse negativa para producir una crisis; sólo con el descenso de ella puede ser suficiente para interrumpir el proceso de la circulación y que dé lugar a una crisis.
Se puede afirmar, que existen dos tipos de crisis: las relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y la crisis de realización (realización de valor). Desde una perspectiva causal, los dos tipos plantean problemas diversos: en un caso tiene que ver con movimientos en la tasa de la plusvalía y en la composición del capital, quedando intacto el sistema de valor; y en el otro, tiene que ver con fuerzas todavía no especificadas que tienden a crear un déficit general en la demanda de mercancías, en el sentido de ser insuficientes para comprarlas todas con una tasa de ganancia satisfactoria. El punto de partida en ambos los casos, es un descenso en la tasa de la ganancia; pero lo que está detrás del descenso en la tasa de ganancia, precisa un análisis muy diferente del que requiere lo que está detrás del descenso en la tasa de ganancia en el otro.
Cuando trata de la producción simple de la mercancía y las crisis, indica que en las condiciones de la producción de mercancías en el sistema capitalista, el sistema de transacciones se ha convertido en Dinero-Mercancía-Dinero, mercancía contra dinero y dinero contra mercancía, por lo que el acto del cambio se divide en dos partes, la compra y la venta, en el que el uso de la moneda es clave, puesto que es homogénea y permite posponer tanto el acto de compra como el de venta. Al poder posponer o interrumpir este intercambio, se puede iniciar un proceso que afecte a toda la economía, la cual necesita de este circuito en constante movimiento: producción-consumo. Si este circuito se interrumpe se produciría la sobreproducción, la cual podría provocar la crisis.
La ley de Say sostiene que no puede interrumpirse la circulación M-D-M, y por lo tanto no puede haber crisis ni sobreproducción, ya que a una venta le sigue invariablemente una compra por igual cantidad. Marx dedicó a esta Ley una crítica en el momento en que Ricardo negaba la posibilidad de la sobreproducción general.
En la forma de circulación M-D-M propia del sistema de producción simple de mercancías, el propósito de cambio es el valor de uso y no el aumento del valor de cambio, es producción para el consumo. Pero en la forma D-M-D, las dos “D” representan valor de cambio, y el objetivo es incrementar ese valor.
Ante la relación entre D-M-D y el problema de la crisis, hay que tener en cuenta que el interés del capitalista es elevar la tasa de ganancia.
El circuito de transacciones del capitalismo se realiza para la expansión del valor del dinero, por ello se pone el mismo en circulación, para obtener una mayor cantidad tras el proceso. Pero esta circunstancia solo se da para el productor capitalista, no para los trabajadores, que venden su fuerza de trabajo para conseguir mercancías que garanticen su subsistencia. Por lo tanto, el capitalista centra su interés en elevar lo máximo posible su tasa de ganancia. Si el productor capitalista advierte que el incremento de capital no va a ser tal, no dudará en retirar dicho capital de la circulación, al menos durante un tiempo.Si el incremento del capital desaparece o se vuelve negativo, el capital será retirado, se reducirá la circulación del dinero y comenzará una crisis. Si el incremento del capital no es tanto como se esperaba, se reducirán sus acciones. Puede ocurrir que se retire el dinero del mercado, pero si el capitalista desea seguir siéndolo, deberá reinvertirlo. En el caso de que la crisis ocurra en tan solo una industria, el capital se moverá hacia otras, pero en el caso de que sea una crisis generalizada se tendrá que posponer la reinversión hasta que aparezca un momento más favorable.
Ahora bien, la posibilidad formal de la crisis no hay diferencia entre la producción simple de mercancías y el capitalismo, porque las interrupciones de compra-venta afectan al proceso en los dos casos.
La diferencia está en que puede desaparecer la tasa de ganancia o volverse negativa, por lo que el incentivo de la producción capitalista dejaría de existir. También podría ocurrir, un descenso en dicha tasa y que los capitalistas redujeran sus operaciones lo bastante como para producir una crisis. En esos momentos, el capitalista debería elegir entre, introducir capital en el circuito o conservarlo, aunque pronto tendría que reinvertirlo para continuar siendo un capitalista. Lo que puede suceder, es que ese aplazamiento del capital puede haber producido ya una interrupción y provocado la sobreproducción y la crisis, pero hay que decir, que no es verdad que la tasa de ganancia deba desaparecer o volverse negativa para producir una crisis; sólo con el descenso de ella puede ser suficiente para interrumpir el proceso de la circulación y que dé lugar a una crisis.
Se puede afirmar, que existen dos tipos de crisis: las relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y la crisis de realización (realización de valor). Desde una perspectiva causal, los dos tipos plantean problemas diversos: en un caso tiene que ver con movimientos en la tasa de la plusvalía y en la composición del capital, quedando intacto el sistema de valor; y en el otro, tiene que ver con fuerzas todavía no especificadas que tienden a crear un déficit general en la demanda de mercancías, en el sentido de ser insuficientes para comprarlas todas con una tasa de ganancia satisfactoria. El punto de partida en ambos los casos, es un descenso en la tasa de la ganancia; pero lo que está detrás del descenso en la tasa de ganancia, precisa un análisis muy diferente del que requiere lo que está detrás del descenso en la tasa de ganancia en el otro.
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